lunes, 14 de septiembre de 2009

Varieté

Me pregunto si alguna vez me convertiré en una de esas ancianas que se pasan escrupulosamente cada tarde atrás de la ventana que da a la calle, en sus jardines delanteros o directamente sobre la vereda de su casa, observando cada exacto movimiento que se produce en el barrio.
Me pregunto lo que esas señoras - y también señores -, piensan en el momento que te ven pasar, cargando una bolsa del supermercado, corriendo el colectivo, o bien volviendo a casa después de un largo día.
Me pregunto si es la muerte - a la que sienten tan cercana - la que los incita a fabricar historias de vidas, porque las suyas ya están por terminar, porque ya tuvieron un desenlace, o quién sabe por qué; entonces nosotros nos convertimos en los héroes de sus historias cotidianas.

________________línea separadora________________

Hacía casi un año que no me cruzaba al "Loco Omar" (un señor chiflado que solía deambular por los alrededores de mi antigüa escuela, gritando "sálvese quien pueda"). Este fin de semana lo ví dos veces.
El domingo pasé con el colectivo por el parque Scarabrini Otríz. Había una barrileteada, nunca habías visto tan ENORME cantidad de barriletes juntos. Absolutamente todas las personas en el colectivo se dieron vuelta para observar como los barriletes pintaban el cielo con hermosos colores, todos menos "El loco Omar" que seguía rascandosé su desprolija y sucia barba.

________________línea separadora________________

No me extraña que se me haya pasado la fecha del aniversario de mi blog, apesto para recordar fechas. Curiosamente se me pasó cuatro días (el cuatro es mi número favorito). Felicidades a mi blog entonces.

martes, 8 de septiembre de 2009

-________


Enero, cuarenta grados de calor. La ruta.
El auto, por supuesto carecía de aire acondicionado, por lo que las ventanillas estaban abiertas. El olor a transpiración era ampliamente superado por el olor a bosta y la música casi ni se oía por el ruido que provocan las ventanillas abiertas, yendo en un auto a cien kilómetros por hora.
Mauricio el conductor iba en cueros, y la señorita Mariana de apenas siete años sentada en el asiento trasero del automotor le preguntaba a su madre:
- Mamá, ¿Me puedo sacar la remera?
- No
- Si papá se la sacó
- Pero vos no podés Mariana (ya con un tono no muy amable)
- ¿Por qué?
- Porque las mujeres no se pueden sacar la remera
Y Mariana se quedó pensando el resto del viaje, el por qué de esa estúpida regla, mientras miraba con gran envidia a su padre.

(Cuando era chica siempre me lo preguntaba)