sábado, 30 de enero de 2010

Gran secreto gran

Después de discutir un largo rato conmigo misma me decidí a contarles un gran secreto, que seguirá siendo un secreto, después de todo la posibilidad de que mucha gente lea esto es muy remota. Entonces les voy a contar a ustedes mi gran descubrimiento. Claro, ustedes verán después si le dejan el 'gran' o si se lo quitan.
Muchas cosas se dijeron sobre la luna, bueno ahora tengo otra para decir, para colocar en la gran lista de conjeturas sobre la luna, claro que, como yo y ustedes saben, esta es la real, pero a mi me gusta que esté en la lista pues no querría desanimar a los creadores de las demás historias que se encuentran en ella.
Cierto día me encontraba yo contándome los lunares de mi cuerpo, casualidad es que conté 4444 lunares -el cuatro es mi número favorito- dicha casualidad o bien el destino me llevó a conocer el secreto del que les estoy hablando desde hace, aproximadamente, treinta segundos de lectura velocidad media. Me llevaron a la luna, me mostraron su función principal, me invitaron a conocer su fábrica de lunares. Sí, en la luna hay una fábrica de lunares, así de sorprendente. Y si usted es un escéptico, deje de leer, no pierda su tiempo.
Les cuento que en cada cráter de la luna hay distintas máquinarias para fabricar diferentes tipos de lunares. A los que tenemos lunares nos llaman lunáticos, y los habitantes de tan interesante lugar se hacen llamar "lunatoides selenitas". La respuesta al por qué algunas personas tienen lunares y otras no es simple, no alcanzarían a hacer tantos, piense que la luna es pequeña después de todo, y no todos pueden ser afortunados de tener lunares.
Pero recuerde, no contarle esto a nadie, podría pasar que si todos los habitantes de la Tierra se enteran de tal descomunal descubrimiento, pues muchos de ellos querrían tener lunares y harían pedidos de lunares, las máquinas se sobrecargarían de trabajo, explotaría la luna, trillones de lunares hechos y a medio hacer saldrían disparados por los aires y todo se cubriría de ellos.
Nadie quiere que pase eso, guarde el secreto. Gracias por su lectura.

viernes, 22 de enero de 2010

Ay, verano verano!

Finalmente me digno a sentarme a escribir. El verano no me gusta, es así, me desgana completamente de todo.
Mi mente quiere hacer cosas, pero mi cuerpo no. Y me siento un ser inservible tirado abajo del ventilador.
Es por eso que me gusta mucho el otoño y el invierno, esos días de lluvia y frío en los que a la noche te ponés mil frazadas y te das el gusto de tomar una taza de café o chocolate caliente. En la que podés abrazar a tu enamorado sin traspirar ni una sola gota. En los que da gusto llegar a casa y tomarse una sopa instantánea calentita y con sabor a arvejas.