Y, pasó lo que tenía que pasar. Un día como cualquier otro el Señor más feliz del mundo se hartó de ser catalogado como tal.
Simplemente me cansé - dijo, dio media vuelta y comenzó a caminar tranquilamente hacia la tienda en donde se le había sido asignado tal nombre. Lo cambió por "El que alguna vez fue el Señor más feliz del mundo".
Ya más aliviado, el que alguna vez fue el Señor más feliz del mundo se retiró de la tienda silbando bajito.
6 comentarios:
El retorno fue un rotundo éxito. Que se retenga, jajaja.
Suerte,
rafa
Sacarnos una mochila suele liberarnos...
jaj me gustó esta pequeña historia
JEJEJE ES GENIAL.... TIENE ALGO MUY CORTAZARIANO... me gusto mucho...
un abrazo
qe lindo :)
el hombre más feliz del mundo no se cansó un día de ser el hombre más feliz del mundo, ese día cortó.
o le cortaron, que es lo mismo.
me gustó!
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