Después de discutir un largo rato conmigo misma me decidí a contarles un gran secreto, que seguirá siendo un secreto, después de todo la posibilidad de que mucha gente lea esto es muy remota. Entonces les voy a contar a ustedes mi gran descubrimiento. Claro, ustedes verán después si le dejan el 'gran' o si se lo quitan.
Muchas cosas se dijeron sobre la luna, bueno ahora tengo otra para decir, para colocar en la gran lista de conjeturas sobre la luna, claro que, como yo y ustedes saben, esta es la real, pero a mi me gusta que esté en la lista pues no querría desanimar a los creadores de las demás historias que se encuentran en ella.
Cierto día me encontraba yo contándome los lunares de mi cuerpo, casualidad es que conté 4444 lunares -el cuatro es mi número favorito- dicha casualidad o bien el destino me llevó a conocer el secreto del que les estoy hablando desde hace, aproximadamente, treinta segundos de lectura velocidad media. Me llevaron a la luna, me mostraron su función principal, me invitaron a conocer su fábrica de lunares. Sí, en la luna hay una fábrica de lunares, así de sorprendente. Y si usted es un escéptico, deje de leer, no pierda su tiempo.
Les cuento que en cada cráter de la luna hay distintas máquinarias para fabricar diferentes tipos de lunares. A los que tenemos lunares nos llaman lunáticos, y los habitantes de tan interesante lugar se hacen llamar "lunatoides selenitas". La respuesta al por qué algunas personas tienen lunares y otras no es simple, no alcanzarían a hacer tantos, piense que la luna es pequeña después de todo, y no todos pueden ser afortunados de tener lunares.
Pero recuerde, no contarle esto a nadie, podría pasar que si todos los habitantes de la Tierra se enteran de tal descomunal descubrimiento, pues muchos de ellos querrían tener lunares y harían pedidos de lunares, las máquinas se sobrecargarían de trabajo, explotaría la luna, trillones de lunares hechos y a medio hacer saldrían disparados por los aires y todo se cubriría de ellos.
Nadie quiere que pase eso, guarde el secreto. Gracias por su lectura.
sábado, 30 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
Ay, verano verano!
Finalmente me digno a sentarme a escribir. El verano no me gusta, es así, me desgana completamente de todo.
Mi mente quiere hacer cosas, pero mi cuerpo no. Y me siento un ser inservible tirado abajo del ventilador.
Es por eso que me gusta mucho el otoño y el invierno, esos días de lluvia y frío en los que a la noche te ponés mil frazadas y te das el gusto de tomar una taza de café o chocolate caliente. En la que podés abrazar a tu enamorado sin traspirar ni una sola gota. En los que da gusto llegar a casa y tomarse una sopa instantánea calentita y con sabor a arvejas.
Mi mente quiere hacer cosas, pero mi cuerpo no. Y me siento un ser inservible tirado abajo del ventilador.
Es por eso que me gusta mucho el otoño y el invierno, esos días de lluvia y frío en los que a la noche te ponés mil frazadas y te das el gusto de tomar una taza de café o chocolate caliente. En la que podés abrazar a tu enamorado sin traspirar ni una sola gota. En los que da gusto llegar a casa y tomarse una sopa instantánea calentita y con sabor a arvejas.
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